lunes, 13 de abril de 2009

En la esquina de la Pasión

El camión estaba repleto de estudiantes, todos gritaban sin cesar, Carlos había sido invitado por Jessica para participar en la Caravana,

 

- Verás que serás parte de la historia dijo ella-  Al día siguiente se firmaban los famosos Acuerdos de San Andrés.

 

Llegamos la tarde del 15 de febrero de 1996 a San Andrés Sacamchen de los Pobres, medios de comunicación, personajes públicos y de todo tipo llegaron ahí. Estaba plagado de gente, aguardábamos nuestro descenso cuando de pronto alguien llegó al camión,

 

- ya pueden bajar dijo.  En automático me acerqué por inercia al lugar donde el chaparrín zapatista hablaba con nuestro coordinador, al segundo ya era yo parte de la conversación, y tomaba decisiones con Roldán. Jessica se acercó a la plática, ella me miraba con admiración y seducción, yo sólo me dejaba llevar por mi terrible instinto de liderazgo.

 

Pasamos a comer a un changarrito con toldos de nylon, comimos frijolito y tortilla, y nos mandaron a hacer relevos a los cinturones de paz, serían las 8:40 de la noche, cuando dos de los compañeros nos pidieron que hiciéramos guardia en el camión para que no se fuera a perder algo. Así que Jessica  y yo caminamos hasta el bus. De pronto nos sentamos en el poste de una esquina obscura de la plaza central de San Andrés, la plaza estaba toda llena de toldos plásticos de todos colores y tamaños, lo que conformaba un típico tianguis mexicano, en él se vendían desde pilas, hasta bordados tzotziles. De noche este tianguis tenía mala iluminación, en partes con foco y en otras con veladoras y nosotros estábamos en la parte más profundamente obscura de toda la plaza.  Cuando menos nos dimos cuenta eran las 3 de la mañana, ambos platicábamos con deseos de devorar los pensamientos del otro. En ese momento llegó Roldán:

 

- Dicen los comanches que si vamos a una junta que tendrán sobre seguridad. - Su tono de poder  y arrogancia, señalaban que Jessica diría que sí.

- No lo creo, - respondió Jessica, - nos han dejado encargado vigilar el camión y no podemos movernos de aquí, además traemos a Carlos, que yo la verdad, aún no confió en él como p´a dejarle esta misión -.  Mientras me miraba sus labios se mordían con ganas de besarme, sus ojos picaros me miraban con complicidad, yo sólo mire esa conversación sin hablar. Pero pude constatar que Roldán se sentía como león herido, derrotado, sus ojos denotaban que sabía la batalla perdida, su intuición le decía que había perdido el corazón de Jessica, más aún que este latía salvajemente por otro hombre, a quien tenía enfrente. Roldán se retiró con la cabeza baja, triste, aún metros después volteó a verme con mirada fulminante, yo intuí su pensamiento.

 

 - Sabes creo que tu y yo nos conocimos en otra vida. – dijo Jessica

- No lo se, puede ser, - dije yo con arrogancia.

- Es más estoy segura que tu y yo nos hemos conocido en varias vidas, - respondió ella.

 

Ahora si le creí, por sus ojos pude ver varias generaciones, pude recordar tiempos pasados, me remití históricamente a otros tiempos, no se cómo pero lo había logrado. De pronto se puso música en mis oídos, pude comprobar como nuestros cuerpos irradiaban luz, pero una luz que sólo nosotros podíamos percibir, que no ver. En ese momento el rostro de Jessica era perceptible para mí, su mirada era toda luz, sus ojos miel me penetraban profundamente.

 

De pronto y sin pensarlo, siquiera meditarlo, siquiera incitarlo, nuestros cuerpos se acercaron y se besaron incesantemente, sonidos de guitarra pasaban a mí alrededor.  Todo mi alrededor quedó perdido, olvidado, sentí como subía a lo alto de un cerro pelón, donde sólo estaban Jessica, la noche, la luna, el sonido de un huapango, y el olor a copal. Todo y todos absolutamente habían desaparecido, el ajetreo de los indígenas trayendo y llevando mercancías, cubetas, y leña desaparecieron. Sentí como si la música de mi alma se hubiera encendido, y me diera cuerdas de guitarra y violonchelo.

 

- ¿Metámonos al camión no?, hace mucho frío. – Dijo ella.


Por el Brujo Negro 

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