miércoles, 9 de junio de 2010

TRANCE



Soñando anoche te encontré. Caminábamos en un lugar sin nombre, a ninguna parte. Recuerdo tu sonrisa diáfana y tu olor, humedeciendo el aire. Notaba la ausencia de tu tacto, tan lejos que solo me rozabas el hombro. Sentí en mi pecho tu vacío, y me oí decir con la mirada baja aun arde. Hablabas de algo que no entendía con palabras que extrañamente reconozco. Quizá es la memoria, y como Pandora juegas a abrirla. El tiempo no destruye todo, repetías. Me llevabas, todavía no se a donde. De pronto tu asalto fue letal, feroz planta carnívora. Tu boca cubrió mi boca, me invadió tu lengua mojada de tinta, y el convulso relámpago se anuncio entre mis piernas. Era la fiebre, punzante de fuego respiraba contra tu cuello, apretando contra tu cintura mis muslos. Había cicatrices que me dolían, entonces te abrace la espalda con mis uñas, para recordarte que aun te quería. Tu embestida narcótica dejo mi cuerpo agonizante, sudando debajo de ti, como tu sombra. Pero al desprenderme vi en tus ojos señales de herida. Y vi tu camisa pintada de rojo, y al despertar, en mi piel estaba tu sangre.



Domine D.

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